A lo largo de la historia, la genealogía ha estado estrechamente relacionada con la heráldica y la nobiliaria. Esta asociación se debe, en parte, a que los estudios sobre los distintos linajes se centraban en personas nobles, familias reales y aquellos con un alto estatus social. Además, cada familia noble debía tener un símbolo que la representara y se transmitiera de generación en generación, lo que reforzaba aún más los vínculos entre la genealogía, la heráldica y la nobiliaria.
También se utilizaba como un elemento para aclarar la llamada “limpieza de sangre”, es decir, para determinar si una persona tenía antepasados judíos, musulmanes o conversos. Esto era importante para acceder a universidades, colegios profesionales y otras instituciones, ya que no se permitía la presencia de personas con antecedentes de estos grupos, por muy antiguos que fueran.
Desafortunadamente, esta situación dio lugar a muchas falsificaciones y manipulaciones de los orígenes oscuros de ciertas personas, lo que contribuyó al descrédito de la disciplina de la genealogía. A pesar de esto, la Real Academia de la Lengua Española la define como una disciplina que estudia los antecedentes familiares de las personas, lo que la convierte en una disciplina universal que no se limita únicamente a personas de alto estatus social.
Todos tenemos una ascendencia que merece ser estudiada y difundida, independientemente de nuestra posición en la sociedad. Este carácter universal ha llevado a que países como Estados Unidos, Francia y Reino Unido tengan una verdadera pasión por esta ciencia auxiliar de la historia, con numerosas asociaciones dedicadas a ayudar a las personas a investigar su propia historia familiar, ya que se considera parte del patrimonio inmaterial de cada familia.
La genealogía tiene su razón de ser y debe seguir siendo estudiada para respaldar o refutar las genealogías tradicionales de los nobles, desde la perspectiva y la exigencia de la investigación histórica moderna. Esta debe tener su propio espacio, diferenciándose de la heráldica y la nobiliaria, ya que todos tenemos raíces familiares y puede resultar apasionante conocerlas, independientemente de cuáles sean.
Mientras que la genealogía es algo común y universal, no ocurre lo mismo con la heráldica, ya que esta se refiere a las personas que tienen derecho a usar un escudo de armas, generalmente como consecuencia de la concesión de un título. Por lo tanto, el escudo de armas no es propio de un apellido, sino de un linaje, es decir, de aquellas personas que descienden de alguien a quien se le concedió el derecho a usarlo. Para determinar si alguien tiene derecho a un escudo de armas, es necesario realizar una investigación genealógica para saber si algún antepasado recibió un título.
Es importante tener en cuenta que existen escudos a la venta sin ninguna base legal o investigación genealógica, por lo que no se puede afirmar la existencia de un escudo para apellidos como, por ejemplo, Medina o Castillo.
La palabra "heráldica" proviene del término "heraldo", que significa "la voz" en alemán. En la Edad Media y la Edad Moderna, el heraldo era la persona encargada de llevar el registro y la cuenta de los emblemas y blasones, títulos honoríficos y otras cuestiones similares en la corte soberana. En la actualidad, en España se le otorga el título de "rey de armas".
La heráldica se remonta a tiempos inmemoriales, cuando todas las personas y colectividades sentían la necesidad de utilizar signos que los identificaran y los distinguieran de los demás, especialmente en situaciones en las que esto era crucial, como en el campo de batalla.
Este fenómeno se desarrolló en Europa occidental alrededor del siglo XII. Los emblemas utilizados inicialmente respondían a la voluntad y la imaginación de su portador, pero pronto se estableció un código para describir y comprender los escudos de armas, lo que llevó al desarrollo de la heráldica como una ciencia.
Los escudos heráldicos se pueden clasificar en diferentes categorías, según su origen y uso.
Algunas de las clasificaciones más comunes son:
Gentilicia: asociada a una familia o linaje específico. El escudo de armas de la familia González, con forma española, esmalte de oro y figura de un león rampante, sería un ejemplo de esta categoría.
Civil: utilizada por instituciones o entidades no nobles. El del Ayuntamiento de Madrid, con forma francesa, esmalte de plata y figura de un oso y un madroño pertenecería a esta categoría civil.
Corporativa: representativa de una corporación o gremio. El Colegio de Abogados de Barcelona, presenta un escudo de armas con forma italiana, esmalte de oro y figura de una balanza, pudiendose categorizar en la llamada corporativa.
Eclesiástica: utilizada por la Iglesia y sus instituciones. El escudo de armas del Papa Francisco, con forma inglesa, esmalte de plata y figura de un sol radiante es claramente de categoría eclesiástica.
Territorial: representativa de un territorio o región. La Comunidad Autónoma de Castilla y León, tiene uno con forma española, esmalte de oro y figura de un castillo y un león, siendo representativo de la categoría territorial.
Los escudos heráldicos están compuestos por diferentes elementos, que les dan significado y representan la historia y los logros de la persona o entidad a la que pertenecen.
Algunos de los elementos más comunes son:
Formas: la forma del escudo puede variar, siendo las más comunes la forma francesa, inglesa, española e italiana.
Colores: los colores utilizados en los escudos heráldicos se conocen como esmaltes, y los más comunes son el oro, la plata, el azul, el rojo y el verde.
Figuras: las figuras representan objetos o seres vivos, y pueden ser animales, plantas, objetos inanimados o seres mitológicos.
Ornamentos: los ornamentos son elementos decorativos que se añaden al escudo, como coronas, yelmos, lambrequines, etc.
La genealogía, la heráldica y la nobiliaria han estado históricamente relacionadas, pero es importante diferenciar entre ellas y comprender su importancia individual. Mientras que la genealogía es una disciplina universal que nos permite conocer nuestras raíces familiares, la heráldica se refiere a las personas que tienen derecho a usar un escudo de armas, y la nobiliaria se relaciona con aquellos que poseen títulos nobiliarios.
La composición de los escudos heráldicos es un tema apasionante que combina la historia, la genealogía y la representación visual. Los escudos heráldicos son símbolos que representan a personas, familias, instituciones o territorios, y están compuestos por formas, colores, figuras y ornamentos que les dan significado y representan la historia y los logros de la persona o entidad a la que pertenecen.
Todos tenemos una historia familiar que merece ser estudiada y difundida, independientemente de nuestra posición en la sociedad, y la genealogía debe seguir siendo objeto de investigación histórica rigurosa para respaldar o refutar las genealogías tradicionales de los nobles.