A veces encontramos discrepancias e incertezas en la información proporcionada por nuestros antepasados, generando confusión y dificultad en la investigación genealógica.
Algunas de las razones por las cuales no siempre aportaron información correcta y fiable son las siguientes:
Antes de la implantación de las leyes que obligaban a identificarse con documentos oficiales, nuestros antepasados no tenían ninguna necesidad de demostrar su identidad.
Podían cambiar sus nombres y apellidos cada vez que se mudaban a un nuevo lugar sin que nadie cuestionara su autenticidad. Esto contribuyó a la inconsistencia que ocasionalmente descubrimos en la información genealógica.
El alto índice de analfabetismo en épocas pasadas también influyó en las discrepancias entre diferentes registros familiares.
Si nuestros antepasados no sabían leer ni escribir, era difícil para ellos realizar cálculos matemáticos exactos para determinar su edad. Además, si los padres también eran analfabetos, no se registraban las fechas de nacimiento ni las edades.
Todo se basaba en la memoria, lo que aumentaba el riesgo de errores y alteraciones en las historias transmitidas.
Los registros del padrón, originalmente diseñados para contar la población, no estaban destinados a ser pruebas de identidad y profesiones.
Esto daba lugar a la inclusión de apodos, edades incorrectas, fechas de nacimiento erróneas, entre otros datos.
Además, los apellidos de los niños no siempre reflejaban a su padre biológico cuando vivían con un padrastro, lo que generaba más confusiones en la documentación genealógica.
Las personas que se dedicaron a completar los datos de empadronamiento no siempre contaban con una formación adecuada.
Aunque tenían la habilidad de escribir, eso no implicaba que tuvieran una diplomatura.
En algunos casos, los encargados del padrón tenían dificultades con la alfabetización, lo que favorecía cometer errores fonéticos y ortográficos al registrar los nombres y apellidos de los vecinos.
Cuando se investigan los registros de defunción, es común encontrar información incorrecta o desconocida.
En ocasiones, cuando un hijo era quien declaraba la muerte de uno de sus padres, trataba de adivinar las respuestas si no las conocía.
Esta falta de conocimiento llevaba a anotar datos imprecisos de los difuntos.
A medida que pasan los años, los investigadores pueden perder incontables horas buscando en el lugar equivocado o incluso siguiendo la pista de la familia incorrecta.
Muchos de nuestros antepasados tenían la firme convicción de mantener su vida privada en secreto. Esto es especialmente cierto para aquellos que vivieron en épocas de guerra.
Después de servir en la guerra, muchos regresaron con la actitud de no querer que se conocieran detalles de su vida personal. Esto llevó a situaciones en las que proporcionaran información falsa o inconsistente para proteger su privacidad y evitar la intromisión de los demás.
La búsqueda de la historia familiar puede llegar a ser un desafío debido a las falsedades y discrepancias en la información genealógica.
Es importante comprender las razones por las cuales nuestros ancestros no siempre proporcionaron información correcta.
Aunque estas inconsistencias pueden dificultar nuestra investigación, al comprenderlas, podemos tener una visión más completa de nuestro pasado familiar.