En el ámbito de la investigación familiar, a medida que retrocedemos en el tiempo, la capacidad de encontrar documentos se reduce considerablemente.
Hazte esta pregunta… ¿Cuánto tiempo puede conservarse en buen estado el papel? Es cierto que algunos libros muy antiguos todavía hoy pueden consultarse, pero eso no es lo habitual.
En muchas ocasiones los libros y legajos eran almacenados en alguna pequeña habitación de algún edificio en cajas de madera, padeciendo la humedad del invierno y el verano.
Algunos de ellos se incendiaron, las lluvias produjeron goteras en los techos y apareció el moho.
Tampoco hay que olvidar a los nuevos propietarios de esos “almacenes” que tras descubrir lo que contenían las cajas, decidieron tirarlo a la basura por considerar que se trataba de papeles viejos y sin importancia.
No siempre hubo leyes que dictaran cuánto tiempo debían conservarse los documentos generados por las instituciones.
Cabe destacar que las guerras acontecidas en siglos anteriores aumentaron el riesgo de la pérdida de documentación de la población.
Los actos vandálicos contra ayuntamientos y parroquias eran frecuentes durante los periodos de conflicto entre los ciudadanos.
La mayoría de las Notarías, por ejemplo, no sufrieron ese acoso. Por lo tanto, buscar Protocolos Notariales para intentar conseguir pistas y documentación relevante de tus antepasados, es una buena opción para continuar investigando.
Los desastres naturales también fueron ocurriendo a lo largo de los años, provocando daños irreversibles en algunos de esos documentos.
Ahora que la tecnología permite transformar el papel en imágenes digitales, es fundamental aplicarlo a toda esa documentación manuscrita que ha logrado sobrevivir durante varios siglos.
Es de suma importancia preservar la historia que contienen esos registros antiguos y quienes la custodian en la actualidad no deben dejar pasar más tiempo sin actuar con responsabilidad.